TUBINGA
Pablo Valle
En sueños, entro a la casa donde Hölderlin vivió sus últimos años. Conozco el exterior sólo por fotos, pero la reconozco como si alguna vez hubiera estado allí. Desde una ventana de la torre, puedo ver el río Neckar. Estoy solo, pero siento en todo momento una presencia. Algo me lleva hacia una grieta en la pared. Rasco con las uñas y enseguida doy con un papel arrugado, amarillento. Por supuesto, se trata de un poema. Yo apenas leo alemán, pero en el sueño entiendo perfectamente lo que dice. Ahora, cuando me creo despierto, sólo recuerdo algo sobre el fin de la primavera y el regreso de los dioses. O quizás (ojalá) sea al revés.
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