martes, 2 de septiembre de 2008

Derrumbes - Miguel Sardegna


DERRUMBES
Miguel Sardegna

El silbido marino del viento anunció en la tarde malos augurios.
Vi cómo la torre del este era la primera en desmoronarse. La siguieron las murallas del foso, de extremo a extremo, y las construcciones de cúpulas circulares, con sus ventanas y puentes.
Era el fin.
—¡Joaquín! —llamó mamá, por encima del grito de las gaviotas—. Joaquín, se hace tarde.
Guardé la palita y el balde y pateé por última vez la arena hasta el próximo verano. De nadie más sería mi castillo.
El regreso a casa fueron falsas promesas de Nesquik y dibujitos en la tele: cuando llegamos, los bomberos todavía intentaban apagar el incendio, todo se había venido abajo, no pude salvar ni un solo juguete de aquellas ruinas.

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