martes, 2 de septiembre de 2008

Los dos fantasmas - Enrique Anderson Imbert


LOS DOS FANTASMAS
Enrique Anderson Imbert

En esa noche de verano, cerrada, fosca, me fui a acostar bajo un ombú. Ya estaba dormido cuando una vaca se puso a mugir. Un mugido largo, oxidado, de goznes chirriantes. En el campo —negro, negro, negro— se abría una gran puerta con ruido de hierros. Y por allí entró él, como un fuego fatuo.
—Ah, perdón —dijo al verme. Yo debía de estar iluminado por su resplandor.
Medio me incorporé apoyándome en un codo, y con la garganta seca lo interpelé:
—Y usted ¿quién es?
—Perdón. Me he equivocado.
—¿Qué quiere?
—¿Yo? Nada. Adiós. Me he equivocado. Este es el trasmundo ¿no?
—No. ¡Qué trasmundo ni ocho cuartos! Este es el mundo.
—Ah, ¿así lo llaman ustedes?
Y desapareció.

No hay comentarios: