lunes, 6 de octubre de 2008

Afrenta - Carlos A. Duarte Cano


AFRENTA
Carlos A. Duarte Cano

El sol apenas asomaba sobre las colinas de la frontera este, iluminando con timidez los campos, pueblos y ciudades de Razonia, cuando Bolgris saltó de su hamaca; prefería encarar temprano los asuntos desagradables. Condujo su vehículo eléctrico a velocidad límite de cien kilómetros por hora, y a los veinte minutos entraba en Pueblo Verde. Aparcó frente una casa pintada de blanco, descendió y pulsó el timbre. Asomó un rostro largo adornado con un tupido bigote.
—¿Qué buscas aquí? —escupió.
—Vengo a decirte que eres un canalla y un ladrón.
El hombrón palideció.
—Exijo una satisfacción.
—Escoge las condiciones.
—Esta noche a las ocho en el Estrella, dos de treinta y, en caso de empate, una tercera donde llevaría yo las blancas por ser el ofendido.
—Acepto.
Esa noche Bolgris venció con brillantez y se retiró satisfecho hacia su rancho.
La afrenta había sido lavada.

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