miércoles, 8 de octubre de 2008

Gritos - Héctor Ranea


GRITOS
Héctor Ranea

Enciende el aparato y controla que todo esté en orden. Es crucial que nada interfiera con su funcionamiento, ya que es tan sensible que podría efectuar el disparo sin control y errar su destino. El inventor se sienta frente al arma y espera confiado en que el disparo será certero y acabará con su vida en un parpadeo. Sin embargo, en la calle, los gritos de un peón de carro asustan al caballo que tira del carruaje de la amante del inventor y eso traba la máquina que estaba por disparar. Antes de lograr destrabarla escucha los golpes de su amada a la puerta. Ella volvió.

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