domingo, 30 de noviembre de 2008
Helena – Lilian Elphick
HELENA
Lilian Elphick
Golpeé mi pecho tres veces y no hubo respuesta.
Arañé mi cara y me lancé al abismo de la derrota.
Escribí para remediar el silencio y no obtuve el perdón.
Me pregunté qué es primero, ¿el amor o el odio?, y estalló una guerra.
Entonces, ¿qué maravillas me deparan las patas de los caballos?
Alejada de mi esencia, mastico lentamente mi hermosura.
Tomado de Ficción mínima
http://ficcionminima.blogspot.com/
La mujer invisible - Jacinto Deleble Garea
LA MUJER INVISIBLE
Jacinto Deleble Garea
Cuando la mujer invisible se cansaba de la tortura de sus zapatos de tacón sobre el ardiente asfalto, de aquel traje de látex diseñado para imitar la piel y camuflar su perfecto camuflaje; se cansaba del frenesí de la oficina y del baboso de su jefe, que no dejaba de hostigarla; se cansaba de los atascos, aglomeraciones, colas y demás tedios urbanos; cuando, en fin, se hastiaba de la ciudad y su cotidiana impostura, acudía a la playa y junto con lentillas y pestañas postizas se desvestía su máscara, la piel artificial del cuerpo.
Luego, sin importarle la turbulencia, se sumergía gozosa en el mar, que ronroneaba complacido; y las medusas, que eran las únicas capaces de reconocerla, solían seguirla extasiadas; extasiadas y celosas de aquella mayúscula desnudez suya tan diáfana, tan limpia, tan completamente acariciada.
Luego, sin importarle la turbulencia, se sumergía gozosa en el mar, que ronroneaba complacido; y las medusas, que eran las únicas capaces de reconocerla, solían seguirla extasiadas; extasiadas y celosas de aquella mayúscula desnudez suya tan diáfana, tan limpia, tan completamente acariciada.
Correctivo - Gonzalo Dávila
CORRECTIVO
Gonzalo Dávila
El microcuento pasó, pero parece que eso de que los profesores tienen alumnas y alumnos preferidos cayó grueso. Menos mal que ahora existe el Feisbuk para vengarse como corresponde. Bernal tiene quinientos cuarenta y dos amigotes. El profesor Sergio tiene cuatrocientos cuarenta y nueve. En común tienen ochenta y cinco. A esos cabrones con ínfulas de sabihondos les voy a armar un desmadre que ríete de la batalla de Sebastopol; van a terminar odiándose...
—¿Qué trama, Dávila?
—¿Usted se cree que el Feisbuk es un juguete para niños?
—¿Sabe quiénes son los dueños de Feisbuk?
—Finalmente, ¿sabe quiénes somos nosotros?
Se me cayeron las medias. Hubiera deseado no creerles y, de hecho, durante un buen rato no les creí. Pero ellos se ocuparon de que el peso de la realidad cayera sobre mi cabeza. Y nunca imaginé que en Guantánamo hiciera tanto calor.
—¿Qué trama, Dávila?
—¿Usted se cree que el Feisbuk es un juguete para niños?
—¿Sabe quiénes son los dueños de Feisbuk?
—Finalmente, ¿sabe quiénes somos nosotros?
Se me cayeron las medias. Hubiera deseado no creerles y, de hecho, durante un buen rato no les creí. Pero ellos se ocuparon de que el peso de la realidad cayera sobre mi cabeza. Y nunca imaginé que en Guantánamo hiciera tanto calor.
Instantánea de la vida - Ramón Colmenares
INSTANTÁNEA DE LA VIDA
Ramón Colmenares
Apenas vio como si un flash se disparaba tomando una foto de su vida. En ese momento recordó Reinaldo toda las cosas buenas que había hecho, su matrimonio, sus hijos, su profesión y también las cosas malas de ésta. Sus descuidos, su desamor, su furia. Se lamentó no haber hecho más. Antes de que el delincuente le disparara injustamente el flash de su arma homicida, allí sentado en su carro distraído como estaba, tratando de armar las palabras con las que esperaba reconciliarse con su esposa.
Tomado de Ficción Mínima en Facebook
http://ficcionminima.blogspot.com
Raro, raro... - Jordi Cebrián
RARO, RARO...
Jordi Cebrián
Mi hija y una amiga estaban en casa haciendo un trabajo que les habían encargado en el instituto, referente a no sé qué tortugas que vuelan y tiran bombas, algo contracultural, creo. La cuestión es que, de repente, a su amiga se le empezó a hinchar un dedo, sin picarle ni dolerle, cosa muy rara. Yo sugerí que era psicosomático, sobre todo estando en época de exámenes. Pero justo entonces el dedo se deshinchó, al tiempo que se le hinchaba una oreja a mi hija. Como siempre, todo se arregló apagando el ordenador y volviéndolo a encender. Que raro todo.
Un Dragón Real - Martín Cagliani
UN DRAGÓN REAL
Martín Cagliani
El dragón no dejaba de jadear. El cansancio lo consumía. Ese cuerpo era demasiado grande y pesado. Sus cortas patas no lo habían podido resistir más que unos minutos. Acostado sobre su enorme panza, el dragón estaba exhausto. No podía pensar con claridad, su corazón no daba abasto a bombear sangre para semejante cuerpo. El fuego de su interior era insoportable. Esas alas: a quien se le había ocurrido que podrían levantar en el aire tan inmenso animal.
Es obvio que los dragones pertenecen a un Mundo Mágico, nadie sabe que hace un dragón en el Mundo Real. No durará mucho tiempo con vida.
sábado, 29 de noviembre de 2008
Paciente pero sin vueltas - Brenda Bozac
PACIENTE PERO SIN VUELTAS
Brenda Bozac
Los días de mucho calor le parecían terriblemente abrumadores, se ponía de mal humor, gritaba a sus empleados, y no había ni una muestra de afecto para su familia. Su mujer, cansada de este estado de ánimo que iba y venía como el clima, se decidió a comprar un aire acondicionado, pero el humor de su marido no cambió. Por el contrario, se lamentó por los gastos.
La mujer, con paciencia, cambió el aire acondicionado por ventiladores medianos para las habitaciones. A su marido tampoco le gustó.
Entonces ella decidió un último cambio.
Cambió a su marido.
La mujer, con paciencia, cambió el aire acondicionado por ventiladores medianos para las habitaciones. A su marido tampoco le gustó.
Entonces ella decidió un último cambio.
Cambió a su marido.
Pintando desiertos - Ricardo Bernal
PINTANDO DESIERTOS
Ricardo Bernal
En el fondo del corazón un relámpago sacude las rejas. Nosotros imaginamos signos, cifras, dragones cuadriculados. Cada noche, este laberinto de espinas es el espejo donde se miran las galaxias. Hormigas artificiales recorren el lienzo: pululan en las manos y sus andares trazan colores fosforescentes. Se pierde Saturno. Días después lo encuentran, ebrio, soñando sueños de agua en un lecho de cactus, cuarzos y plumas. Hay ebullición de planetas. Cada era geológica forma una ardua cáscara que cubre el sistema solar hasta convertirlo en un ejército de caracoles gigantescos. En el estudio del alquimista suenan las cacerolas, los pinceles ruedan debajo de los muebles y hay que usar las manos para modelar el barro primitivo; pues la vida, después de todo, es tan solo un rastro de madera roja desmoronándose en las huellas dactilares de los dioses.
Publicado en Se ha detenido un pájaro en el aire
http://www.sehadetenidounpajaroenelaire.blogspot.com/
Vacaciones en Tebas - Alejandro Bentivoglio
La encontré al borde del muelle. Era la mitológica criatura de la que tantas veces había oído hablar. Su estampa era magnífica. Me acerqué decidido y, antes de que ella pudiese decirme nada, le dije:
—Es el hombre.
—¿Qué? —dijo ella.
—La respuesta, es el hombre.
Me observó unos instantes y frunció el ceño.
—¡Esa es la esfinge, imbécil! —gritó con odio.
Luego, con un violento movimiento de su cola, la sirena se arrojó al agua.
—¿Qué? —dijo ella.
—La respuesta, es el hombre.
Me observó unos instantes y frunció el ceño.
—¡Esa es la esfinge, imbécil! —gritó con odio.
Luego, con un violento movimiento de su cola, la sirena se arrojó al agua.
Sueño de caracol - Olga A. de Linares
Aprendió carpintería para armar una casa de muñecas a su gusto. Satisfecha con el resultado, la pintó con sus colores favoritos. Poco a poco la amobló, no con adocenadas creaciones para Barbies, sino con preciosas miniaturas artesanales en madera, delicadísimas vajillas, macetas no más grandes que un dedal y sus mínimas plantas en flor. Sutiles encajes cubrieron las ventanas, alfombras minúsculas se acomodaron sobre los pisos, y en el ático depositó un baúl repleto de secretos familiares. En la biblioteca acomodó (con sus grandes dedos torpes) todos aquellos títulos que amaba. Luego se aseguró que la instalación eléctrica funcionara bien, y de que hubiera suficiente leña en el hogar, además de una buena reserva para el futuro. Por fin, se hizo más y más pequeña, hasta poder atravesar la puerta amorosamente cincelada, cumpliendo el sueño (siempre postergado) de la casa propia.
Estrategia - Javier Alfaro Martínez
ESTRATEGIA
Javier Alfaro Martínez
Mira ese sol en la lluvia y ese manzano en el huerto. Observa esos jóvenes adolescentes elaborados de barro. ¡Somos tú y yo, Lilit!
De nuevo pretende jugar. Esta vez tienes que dominar tu rebeldía; no deseo perderte. Ni tampoco quiero que me quiten parte de mi costilla. Lo primero que haremos es aniquilar a la serpiente y después nos multiplicaremos sin ser redimidos del pecado original.
Ganaremos la partida. ¡Crearemos la raza aria y evitaremos el Holocausto!
De nuevo pretende jugar. Esta vez tienes que dominar tu rebeldía; no deseo perderte. Ni tampoco quiero que me quiten parte de mi costilla. Lo primero que haremos es aniquilar a la serpiente y después nos multiplicaremos sin ser redimidos del pecado original.
Ganaremos la partida. ¡Crearemos la raza aria y evitaremos el Holocausto!
Condena - Edilberto Aldán
CONDENA
Edilberto Aldán
La obsesión por ver era tal que no le importaba quedar ciego. Esa mirada febril fue la que convenció al ángel que era un fuego en medio de la zarza que no se consumía, y lo dejó pasar. Ante Dios, no cubrió su rostro, no tenía miedo de mirar.
Le fue dado observar la tierra y el tiempo infinito, a las bestias y su corazón paciente, a los hombres y todas sus almas.
Se retiró saciado, sin pestañear, dispuesto al castigo. No sintió cambio alguno, no llegó la muerte, tampoco el lento crepúsculo amarillo, no se convirtió en sal.
La memoria era su condena: el mundo palidecía ante el recuerdo de lo observado en los ojos de Dios.
Le fue dado observar la tierra y el tiempo infinito, a las bestias y su corazón paciente, a los hombres y todas sus almas.
Se retiró saciado, sin pestañear, dispuesto al castigo. No sintió cambio alguno, no llegó la muerte, tampoco el lento crepúsculo amarillo, no se convirtió en sal.
La memoria era su condena: el mundo palidecía ante el recuerdo de lo observado en los ojos de Dios.
viernes, 28 de noviembre de 2008
Los ojos de Mira - Héctor Ranea
LOS OJOS DE MIRA
Héctor Ranea
Mira fue una reina entre nosotros. Anterior a la cruzada misógina, ella vio la necesidad de dar a los machos una educación decente y darles algunos de los derechos civiles que ahora ellos nos niegan. Mira era una pensadora y creyó que necesitábamos machos más educados y con mayores responsabilidades. Su estirpe se agotó en pocas generaciones. En un Museo secreto de su ciudad preferida, se conserva su retrato, en el cual los ojos tienen dentro un retrato secreto del primer hijo varón de Mira. Éste llora porque será quien matará a su madre.
Fritangas - Sergio Gaut vel Hartman
Era aficionado a la historia, pero creía, ingenuamente, que las configuraciones derivan de hechos puntuales, que cambiando la posición de una pieza es posible modificar toda la línea. Construyó una máquina del tiempo en el sótano y viajó a Antioquia en 1099, justo cuando Bohemund de Tarento y Fairuz cerraban trato para entregar la ciudad a los cruzados. No sintió pena al freírlos con la pistola de aceite que había tenido la precaución de traer consigo; de todos modos llevaban casi mil años muertos. Oriente se ahorraría dos siglos de sufrimiento.
—Forastero —dijo un caballero que había permanecido entre las sombras que proyectaban las murallas—. Soy Manfred de Jólibud; no tiene ningún derecho a interferir en nuestras producciones. —Y sin más trámite frió al viajero con su pistola de aceite. De todos modos al tipo le faltaban casi mil años para nacer.
Reincidencia - Gonzalo Dávila
REINCIDENCIA
Gonzalo Dávila
Mensajes severos de los profesores. Mensajes agresivos de las alumnas y alumnos preferidos de los profesores, los mismos que todos los días les obsequian manzanas y les muestran pechos y muslos para su deleite. ¿Acaso me importa?
¡Fuera Gonzalo! No existes, cabrón. Hablan de nosotros, no de ti. No te pedimos nada, así que mejor lárgate a ver la tele. Esto es para escritores de verdad, no para fantoches.
Dicen que lo que no te mata te hace fuerte. Lo dijo Jéideguer, o alguien. No me importa. A fin de cuentas, el tipo que arma el blog me sigue publicando. ¡Viva Químicamente impuro, ojetes! (No creo que esto pueda ser considerado un microcuento, pero otra cosa no se me ocurre; yo me tiro el lance).
¡Fuera Gonzalo! No existes, cabrón. Hablan de nosotros, no de ti. No te pedimos nada, así que mejor lárgate a ver la tele. Esto es para escritores de verdad, no para fantoches.
Dicen que lo que no te mata te hace fuerte. Lo dijo Jéideguer, o alguien. No me importa. A fin de cuentas, el tipo que arma el blog me sigue publicando. ¡Viva Químicamente impuro, ojetes! (No creo que esto pueda ser considerado un microcuento, pero otra cosa no se me ocurre; yo me tiro el lance).
Sobre las olas - José Luis Zárate
SOBRE LAS OLAS
José Luis Zárate
El barco estaba en medio del mar, atormentado por las olas, los discípulos miraron al horizonte y vieron a Jesús caminando sobre el mar.
Gritaron.
—Soy yo —dijo Jesús—. Confíen en mí. No tengan miedo.
Los animó a unirse a él. Pedro primero, y después todos, empezaron a caminar sobre las olas, increíblemente firmes, duras como piedras. Y los discípulos rieron y saltaron y dijeron: verdaderamente eres hijo de Dios.
Y fueron a la tierra de Genezaret. Y la gente se maravilló de que caminaran sobre las aguas.
Pero no tanto al ver que cuando los doce tocaron la tierra firme, la roca gris, se hundieron en ella hasta desaparecer.
Gritaron.
—Soy yo —dijo Jesús—. Confíen en mí. No tengan miedo.
Los animó a unirse a él. Pedro primero, y después todos, empezaron a caminar sobre las olas, increíblemente firmes, duras como piedras. Y los discípulos rieron y saltaron y dijeron: verdaderamente eres hijo de Dios.
Y fueron a la tierra de Genezaret. Y la gente se maravilló de que caminaran sobre las aguas.
Pero no tanto al ver que cuando los doce tocaron la tierra firme, la roca gris, se hundieron en ella hasta desaparecer.
La mujer del sol - Adriana Alarco de Zadra
—Estos rayos que ves son el algodón que estoy hilando —le dijo un día el Sol a su mujer—. Vete y enseña a pescar a los habitantes del río Amazonas, pero cuando yo corte el primer hilo de algodón debes regresar rápidamente y no demorarte.
Ella les enseñó a pescar con hojas de barbasco que hace dormir a los peces. Así los cogían fácilmente.
El sol cortó un hilo de algodón y la mujer dijo:
—Tengo que volver donde mi marido.
—No —dijeron los hombres —ayúdanos más.
El Sol se enojó al ver que su mujer no regresaba, la trajo de vuelta en un rayo de sol y no la dejó regresar más. Por eso los hombres deben pedir la ayuda a su propia mujer y no a la mujer de otros para no hacer enojar al Sol.
Sobre la autora: Adriana Alarco de Zadra
Ella les enseñó a pescar con hojas de barbasco que hace dormir a los peces. Así los cogían fácilmente.
El sol cortó un hilo de algodón y la mujer dijo:
—Tengo que volver donde mi marido.
—No —dijeron los hombres —ayúdanos más.
El Sol se enojó al ver que su mujer no regresaba, la trajo de vuelta en un rayo de sol y no la dejó regresar más. Por eso los hombres deben pedir la ayuda a su propia mujer y no a la mujer de otros para no hacer enojar al Sol.
Sobre la autora: Adriana Alarco de Zadra
Reiteración - Olivia Vicente Sánchez
REITERACIÓN
Olivia Vicente Sánchez
La puerta negra: abismo entre la exterioridad desierta y el silencio apacible. Llaman. Dos pausas entre cada golpe. Un, dos. Un, dos. Otro golpe. En el descansillo, un alma evoca el ruido de los nudillos contra la madera, acompañados por la lengua contra el paladar. Un, dos. Un, dos.
La puerta negra se abre. El alma entra. Al traspasar el umbral, el color oscuro del material clarea en matices parduscos.
Es el origen del mundo.
jueves, 27 de noviembre de 2008
Vacas bipolares - José Luis Vasconcelos
VACAS BIPOLARES
José Luis Vasconcelos
Tras la epidemia de las "vacas bipolares", la producción lechera se desplomó en cuestión de días. Los científicos determinaron que el momento había llegado. Cientos de galeones intergalácticos enfilaron rumbo a la Luna, comandados por expertos queseros. En tanto, la nave nodriza se dirigió a los confines del espacio exterior; en su interior resplandecía la gran máquina, construida ex profeso para ordeñar escrupulosamente a la Vía Láctea.
Pureza - Álvaro Valderas
PUREZA
Álvaro Valderas
Eso le atrae, que no haya estado con nadie, que pueda ser su gran secreto. Le atrae su gran secreto, que pueda ser eso, que no haya estado con nadie. Que pueda ser nadie, que eso haya estado con su gran secreto, no le atrae. Le atrae que pueda ser nadie, que eso no haya estado con su gran secreto. Nadie que haya estado con eso, que no pueda ser su gran secreto, le atrae. Nadie que no haya estado con eso, que pueda ser su gran secreto, le atrae. Cada vez que pasa la mariposa en vuelo rasante me alborota las palabras.
El hombre-roca - Tanya Tynjälä
EL HOMBRE-ROCA
Tanya Tynjälä
El Hombre-Roca vive solo en su isla, rodeado de carteras marroquíes, cadáveres de arpas, lámparas sin terminar y restos de galletas de coco. Lo protegen cuatro sanguinarios perros calvos que desgarran hasta la sangre más fiera.
Dicen que en un reino dividido había un principito que nunca llegó a ser personaje de cuento, pues su madre le mordió el corazón. Él, adolorido, cubrió su palpitar con rocas de odio e indiferencia, buscó la isla más sucia y olvidada, se inventó recuerdos sin pasado y decidió vivir sin cerrar los ojos.
Alguna vez una ninfa se acercó a llorar entre sus brazos; sólo encontró frío y las agudas aristas le causaron dolor.
Ahora el único ser que osa visitar sus costas es el León Marino de las Nieves, quien le ha contado a los delfines que todas las noches escucha el débil llanto de un niño.
Dicen que en un reino dividido había un principito que nunca llegó a ser personaje de cuento, pues su madre le mordió el corazón. Él, adolorido, cubrió su palpitar con rocas de odio e indiferencia, buscó la isla más sucia y olvidada, se inventó recuerdos sin pasado y decidió vivir sin cerrar los ojos.
Alguna vez una ninfa se acercó a llorar entre sus brazos; sólo encontró frío y las agudas aristas le causaron dolor.
Ahora el único ser que osa visitar sus costas es el León Marino de las Nieves, quien le ha contado a los delfines que todas las noches escucha el débil llanto de un niño.
Apartheid - Mario Torres Dujisin
APARTHEID
Mario Torres Dujisin
En Sudáfrica, los cines son peculiares y hermosos. Enzo era italiano y no conocía las reglamentaciones del lugar.
—Una platea, por favor
—¿Primera vez que viene a Sudáfrica? —preguntó la boletera—. Los blancos van a galería y los negros a platea.
—¿Dónde queda el baño? —consultó en el intermedio. El señor le indicó amablemente que se orinaba hacia abajo, a la platea.
—Se nota que es primera vez por aquí —le dijo sonriendo.
Algo conmovido y rígido, orinó sin mirar. Cuando estaba terminando, le gritó una voz ronca desde abajo si era primera vez que venía a Sudáfrica.
—Aquí se mea a todo el mundo y no a uno solo.
Tomado de Letras de Chile: http://www.letrasdechile.cl/
—Una platea, por favor
—¿Primera vez que viene a Sudáfrica? —preguntó la boletera—. Los blancos van a galería y los negros a platea.
—¿Dónde queda el baño? —consultó en el intermedio. El señor le indicó amablemente que se orinaba hacia abajo, a la platea.
—Se nota que es primera vez por aquí —le dijo sonriendo.
Algo conmovido y rígido, orinó sin mirar. Cuando estaba terminando, le gritó una voz ronca desde abajo si era primera vez que venía a Sudáfrica.
—Aquí se mea a todo el mundo y no a uno solo.
Tomado de Letras de Chile: http://www.letrasdechile.cl/
Muerte con sonido y luz - Angela Schnoor
MUERTE CON SONIDO Y LUZ
Angela Schnoor
Era vieja y sólo tenía dos sobrinos, sus herederos. Sonidos extraños dentro de la casa. Pasos, chirridos, palabras susurradas que ella no comprendía. La luz había sido cortada y la mujer no conseguía dormirse oyendo aquellos sonidos que la aterrorizaban. Los insectos subían por sus pies y las sombras volaban en las tinieblas interiores del dormitorio. Estuvo muchos días encerrada en la oscuridad hasta que encendieron, de pronto, reflectores con luces fortísimas. El miedo terrible que sintió hizo que, por creerse muerta, muriera.
Título original: Morte a Som e Luz Traducción: GvH
Viena 1907 - Adelaida Saucedo
VIENA 1907
Adelaida Saucedo
—¿Esto lo ha pintado usted? —Se colgó el bastón del brazo, levantó el cuadro e hizo como si lo observase con detenimiento. El joven se frotó nervioso las manos contra el pantalón y carraspeó antes de hablar.
—Sí, señor.
—¿Tiene el examen el próximo lunes?
—Así es, señor.
—No se moleste en ir. —Se deleitó en las expresiones de su rostro: primero sorpresa, seguida de una profunda desilusión—. No es necesario que haga el examen, está usted admitido. Su talento es innegable.
Mientras le observaba alejarse, no puedo evitar imaginar, si las predicciones de comportamiento eran correctas, cómo sería un mundo en el que la Segunda Guerra Mundial no hubiese ocurrido.
—Sí, señor.
—¿Tiene el examen el próximo lunes?
—Así es, señor.
—No se moleste en ir. —Se deleitó en las expresiones de su rostro: primero sorpresa, seguida de una profunda desilusión—. No es necesario que haga el examen, está usted admitido. Su talento es innegable.
Mientras le observaba alejarse, no puedo evitar imaginar, si las predicciones de comportamiento eran correctas, cómo sería un mundo en el que la Segunda Guerra Mundial no hubiese ocurrido.
Cuento de nunca acabar - Saturnino Rodríguez Riverón
CUENTO DE NUNCA ACABAR
Saturnino Rodríguez Riverón
Este es el cuento de la aldea global. Allí vivían José, Josefa, la mujer; y un hijo que tenían, que no se llamaba José. Otros tomaron el globo, y les dejaron la aldea: a José, Josefa, y al hijo que tenían que no se llamaba José. Este es el cuento de la aldea global..., ¿quieres que te lo cuente otra vez?
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Fidelidad - Mónica Sánchez Escuer
FIDELIDAD
Mónica Sánchez Escuer
Él la toca apenas. Ella tiembla: todo se viene abajo sobre su pecho. Poco a poco, sobre su piel oscura, él va trazándole ríos diminutos con la yema de sus dedos. Ella le abre una a una todas las bocas y él se desata, enloquece, se hace tormenta y relámpago. Juntos, Agua y Tierra son barro: un sólo cuerpo en la noche de lluvia.
Al amanecer, el sol, celoso, los separa de nuevo. A él se lo lleva lejos, montado en nubes blancas. A ella la cubre con sus dedos de llama. No se da cuenta de que sus caricias abren heridas a la Tierra, en cada beso de fuego ella desea más el Agua.
Al amanecer, el sol, celoso, los separa de nuevo. A él se lo lleva lejos, montado en nubes blancas. A ella la cubre con sus dedos de llama. No se da cuenta de que sus caricias abren heridas a la Tierra, en cada beso de fuego ella desea más el Agua.
El concurso - Sergio Patiño Migoya
EL CONCURSO
Sergio Patiño Migoya
No sabía que la Muerte también se hiciera propaganda. Pero sí, llegó su anuncio a mi buzón. Decía:
“Nos es grato comunicarle que usted ha sido preseleccionado como uno de los tres finalistas en el sorteo de un viaje directo al Infierno, con todos los gastos pagados en una estancia a perpetuidad. Rogamos rellene el impreso adjunto para confirmar su participación. El ganador se hará público el día 12 del presente mes bajo acta notarial. Felicidades”.
Ayer eché al correo mi cupón de respuesta. A ver si hay suerte, porque nunca me ha tocado nada.
“Nos es grato comunicarle que usted ha sido preseleccionado como uno de los tres finalistas en el sorteo de un viaje directo al Infierno, con todos los gastos pagados en una estancia a perpetuidad. Rogamos rellene el impreso adjunto para confirmar su participación. El ganador se hará público el día 12 del presente mes bajo acta notarial. Felicidades”.
Ayer eché al correo mi cupón de respuesta. A ver si hay suerte, porque nunca me ha tocado nada.
El retiro del maestro 1 - José Vicente Ortuño
EL RETIRO DEL MAESTRO 1
José Vicente Ortuño
El maestro Rasputila estaba de mal humor. Su vida en la Cartuja de los Hermanos Penitentes de la Perpetua Angustia Silenciosa no era tan tranquila como había pensado cuando se recluyó allí para escribir. Dar clases en la Escuela de Literatura Conjetural Hartmanovich para Escritores Noveles había sido duro, pero el monasterio no había resultado el sitio tranquilo que buscaba. Los monjes se levantaban al amanecer para orar, como hacían cada dos horas durante toda la noche. Entre rezo y rezo se flagelaban en sus celdas. Era cierto que su angustia era silenciosa, aunque los zurriagazos que se arreaban eran bastante sonoros. Además, no sincronizaban los golpes de manera que formaban un estruendo insoportable.
Abandonó el monasterio dando un portazo, para disgusto de los monjes, que arreciaron su penitencia para purgar ese sentimiento, y marchó en busca de un lugar verdaderamente tranquilo.
Abandonó el monasterio dando un portazo, para disgusto de los monjes, que arreciaron su penitencia para purgar ese sentimiento, y marchó en busca de un lugar verdaderamente tranquilo.
Otra crónica de Indias - Cristian Mitelman
Todavía es lunes - Adriana Med
TODAVÍA ES LUNES
Adriana Med
Declaro públicamente que he perdido el juicio. O quizá nunca lo tuve, no sé. Puedo sentir toda esa arena cayendo sobre mí, no soy una playa, no entiendo qué pasa. No puedo. El retrato de una oveja de burla de mí, los espejos cantan, el foco que ilumina el teclado me dice y me dice y me dice y oigo y oigo y oigo y nada y nada y nada. Si tuviera un boleto de lotería a la mano, me lo comería inmediatamente.
Segunda línea - Jorge Martín
SEGUNDA LÍNEA
Jorge Martín
Todos soportamos limitaciones a la hora de querer hacer bien las cosas. Su proyecto era dominar el mundo y someterlo al caos. Lo obsesionaba ser el que despierta a los cuatro jinetes. Con ahínco se empeñó en perfeccionar el método de posesión. En pocos segundos, con media aceptación del sujeto, se adueñaba de cualquiera. Había mucha competencia y cuando tocó algunos personajes importantes ya estaban muy ocupados por otros demonios que lo sacaron corriendo. Después de una larga travesía repleta de fracasos recaló en lo que quedaba. Tomó humanos de distintos rubros y manipuló su voluntad sin que opusieran demasiada resistencia. Chismes, coimas, peleas callejeras, robos minoristas, arreglos y aprietes de poca monta fueron todo lo que consiguió de sus esfuerzos. A ninguno pudo forzar fuera de estas minucias. Los resultados eran mediocres. Es detestable ser un demonio de segunda.
El perro que aprendió a hablar - Guillermo Marín
EL PERRO QUE APRENDIÓ A HABLAR
Guillermo Marín
CIUDAD DEL CABO, 17 de noviembre, Reuter. Un profesor de idiomas le enseñó a su perro a hablar porque leyó en un cuento de Benedetti que un hombre había aprendido a ladrar. “Viceversa fue mucho más fácil”, confesó el catedrático. “Además, la pronunciación del castellano no le trajo al animal picazón alguna en la garganta como le dio al principio el francés y el alemán. Las lenguas guturales traen molestos comezones en el aparato fonatorio, por lo cual, y dicho sea de paso, ya no hay nada que nos diferencie de las bestias”, concluyó el profesor.
martes, 25 de noviembre de 2008
Los desalmados - Sergio Gaut vel Hartman
—Se terminaron.
—¿Cómo?
—¿Es sordo? Se terminaron, no hay más almas. Los que nacen son más que los que se van muriendo y en el depósito no queda un alma.
—¡Es inaudito! La primera vez que pasa algo así.
—¡Por favor! Pasa todo el tiempo, en este ciclo, en los anteriores. ¡Cómo se nota que usted es nuevo aquí!
—La ineficiencia debería ser castigada, ¿no le parece?
—Cháchara. ¿No se le ocurrió pensar que el jefe hace eso a propósito, que obedece a un plan cuidadosamente diseñado?
—¿Es sordo? Se terminaron, no hay más almas. Los que nacen son más que los que se van muriendo y en el depósito no queda un alma.
—¡Es inaudito! La primera vez que pasa algo así.
—¡Por favor! Pasa todo el tiempo, en este ciclo, en los anteriores. ¡Cómo se nota que usted es nuevo aquí!
—La ineficiencia debería ser castigada, ¿no le parece?
—Cháchara. ¿No se le ocurrió pensar que el jefe hace eso a propósito, que obedece a un plan cuidadosamente diseñado?
Blanqueo - Carlos Feinstein
BLANQUEO
Carlos Feinstein
El cuñado del hermano de un amigo de un amigo dice que viajó en el tiempo y se robó una semana de las pasadas. Como estaba sucia y gastada por el uso, la lavó con un buen detergente y la colgó al sol. Cuando quedó bien blanca la trajo al presente y la vendió por buen dinero. Lo malo es que ahora no tiene tiempo para gastar lo que ganó.
Sobre el autor: Carlos Feinstein
Sobre el autor: Carlos Feinstein
Obsidiana - Héctor Ranea
OBSIDIANA
Héctor Ranea
¿Qué hace un arqueólogo camino a la cumbre de un volcán? Busca signos que le ayuden a descifrar esas muertes descubiertas en los altos volcanes. Revisa por cuadrículas el manchón de obsidiana que parece un taller de monjes pulidores de vidrio. Al atardecer descubre un cuchillo partido, el arma que sin alevosía lo matará al caer la noche.
Bella de sangre contraria I - Lilian Elphick
La solución - Jordi Cebrián
LA SOLUCIÓN
Jordi Cebrián
Inicia el informe admirando la magnitud de lo que va a exponer. Si se siguieran sus directrices, si se aplicaran sus criterios tal y como expondrá en esas hojas, la empresa se salvaría. Él ha sido el primero en reconocer de forma tan clara el orden que subyace bajo la desorganización, y las formas tan simples e inmediatas en que podrían reenderezarse las cosas. ¡Y los gráficos! Los ve tan claros en su cabeza, esos diagramas, esos bloques... Sería un buen informe, pero desiste, harto de que le salten los tabuladores y que las barras estadísticas salgan de otro color.
lunes, 24 de noviembre de 2008
Paciente - María Castejón
PACIENTE
María Castejón
Le trajeron aquí hace un año; desde entonces apenas habla y cuando lo hace siempre es la misma historia desquiciada sobre un hombre que roba los corazones de los que se reflejan con él en los espejos. Dice que no tiene corazón, solo un pequeño avispero que le hace cosquillas de vez en cuando; otras veces los aguijones le hacen retorcerse de dolor.
—¿Tú qué opinas?
—¿Yo? ¡Nada! Sólo limpio aquí. Pero por si acaso, no me acerco mucho a los espejos. Los médicos dicen que no le encuentran el pulso.
Publicado en Microhorror.com
María Castejón
Le trajeron aquí hace un año; desde entonces apenas habla y cuando lo hace siempre es la misma historia desquiciada sobre un hombre que roba los corazones de los que se reflejan con él en los espejos. Dice que no tiene corazón, solo un pequeño avispero que le hace cosquillas de vez en cuando; otras veces los aguijones le hacen retorcerse de dolor.
—¿Tú qué opinas?
—¿Yo? ¡Nada! Sólo limpio aquí. Pero por si acaso, no me acerco mucho a los espejos. Los médicos dicen que no le encuentran el pulso.
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Presentación de libro - Ricardo Bernal
PRESENTACIÓN DE LIBRO
Ricardo Bernal
El teatro más importante de la ciudad está repleto, a varias calles a la redonda se puede oír la tormenta de aplausos. Además del numeroso público, adentro se reúnen los editores y escritores más poderosos del país. El presentador, calvo y circunspecto, habla del novelista y de su nuevo libro; de su capacidad para jalar los hilos internos del terror y crear delirantes tramas que ni Clive Barker, ni Peter Straub, ni Stephen King hubieran imaginado en sus peores pesadillas. Otro minuto de aplausos. Cuando se hace el silencio, el novelista se acomoda los anteojos, se acerca el micrófono, carraspea y se dispone a leer algunos fragmentos de su nueva obra. Afuera del teatro se escucha un zumbido eléctrico: la señal para que nosotros despertemos, salgamos de nuestros escondites milenarios y comencemos a arrastrarnos rumbo a la ciudad.
Funambulista - Edilberto Aldán
FUNAMBULISTA
Edilberto Aldán
Día con día repito la misma hazaña: me deslizo febril sobre la cuerda a la distancia exacta que es la mitad del deseo. Nadie se detiene a observar el plausible espectáculo de una pasión en equilibrio sobre la cuerda que es la reunión del cabello de mis dos mujeres.
Evidente, es un sueño, en algún momento una de ellas despertará para desvanecer la tensión del hilo que me mantiene en el aire; entonces tendré que rendirme, sobre el fiel de la balanza danzar no es permanencia.
Día con día repito la misma hazaña, con la secreta esperanza de que ellas nunca despierten, o bien, al mirarse una a la otra no me reconozcan y, roto el hechizo, el funambulista tenga que elegir hacia cual de los lados caer.
Evidente, es un sueño, en algún momento una de ellas despertará para desvanecer la tensión del hilo que me mantiene en el aire; entonces tendré que rendirme, sobre el fiel de la balanza danzar no es permanencia.
Día con día repito la misma hazaña, con la secreta esperanza de que ellas nunca despierten, o bien, al mirarse una a la otra no me reconozcan y, roto el hechizo, el funambulista tenga que elegir hacia cual de los lados caer.
El perdón - Javier Alfaro Martínez
EL PERDÓN
Javier Alfaro Martínez
Esa noche me acosté temprano. La seguridad de pasearme eternamente por el infierno me causaba emoción. Para conseguir mi objetivo mentí, manipulé, engañe e hice todo el daño posible, sin sentir por ello remordimiento alguno. Había cortado en forma certera mis miedos. Un cálido torrente color púrpura manaba de mis muñecas. El sueño me vencía cuando sentí que mi pecho se templó para darle paso a un aliento gélido. Mis ojos débiles se cerraron lentamente.
Cuando desperté unas figuras etéreas me condujeron ante una gran puerta. De ella sobresalía un enorme letrero con la leyenda “Bienvenido al paraíso”. Los miré lastimosamente. Con una sonrisa que poco a poco se fue convirtiendo en una mueca de ironía, me respondieron: “Dios te ha perdonado”.
Cuando desperté unas figuras etéreas me condujeron ante una gran puerta. De ella sobresalía un enorme letrero con la leyenda “Bienvenido al paraíso”. Los miré lastimosamente. Con una sonrisa que poco a poco se fue convirtiendo en una mueca de ironía, me respondieron: “Dios te ha perdonado”.
Piedad en el ojo ajeno - Jorge X. Antares
PIEDAD EN EL OJO AJENO
Jorge X. Antares
El sacerdote de la Iglesia de la Universalidad Infinita miró con condescendencia y superioridad asumida a los nativos del planeta Merkam-314, un mundo lleno de vida y recursos naturales en la ruta de los nuevos descubrimientos de la Vía Láctea.
No pudo menos que sentir pena por esos pobres y cándidos salvajes a los que tenía que evangelizar y que creían en deidades inventadas que rigen sus destinos y vidas. Esos espíritus simples que siguen a pies juntillas cualquier cosa que les dijera el hechicero o brujo de turno.
—Pobrecillos. Rezaré por ellos para que vean la luz —le dijo a su ayudante ciberorgánico—. Sobre todo por ese chamán al que llaman Papa.
No pudo menos que sentir pena por esos pobres y cándidos salvajes a los que tenía que evangelizar y que creían en deidades inventadas que rigen sus destinos y vidas. Esos espíritus simples que siguen a pies juntillas cualquier cosa que les dijera el hechicero o brujo de turno.
—Pobrecillos. Rezaré por ellos para que vean la luz —le dijo a su ayudante ciberorgánico—. Sobre todo por ese chamán al que llaman Papa.
Ser o no ser - Olga A. de Linares
En su camerino, alejada ya del escenario, con el eco de los aplausos resonando aún en sus oídos, rodeada de rosas, la Gran Actriz comienza a despojarse de su papel.
Fuera la corona, la peluca, las alhajas; fuera el vestido pomposo con el que, poco antes, hizo creer a todos que era una verdadera Reina. Le toca luego despedirse de los guantes, mientras el miriñaque que dio forma a la abultada pollera de terciopelo azul la deja salir de su jaula. Ya descalza, retira de sus piernas la falsa piel sedosa de las medias. Es ahora el turno del maquillaje: pestañas postizas, sombras, rubores, el encendido corazón de los labios, todo es retirado, desvanecido, deshecho. Un gran silencio cae sobre el camarín. Pétalos suicidas se desprenden de los ramos.
Y, sobre el espejo, solo se refleja una ausencia.
Fuera la corona, la peluca, las alhajas; fuera el vestido pomposo con el que, poco antes, hizo creer a todos que era una verdadera Reina. Le toca luego despedirse de los guantes, mientras el miriñaque que dio forma a la abultada pollera de terciopelo azul la deja salir de su jaula. Ya descalza, retira de sus piernas la falsa piel sedosa de las medias. Es ahora el turno del maquillaje: pestañas postizas, sombras, rubores, el encendido corazón de los labios, todo es retirado, desvanecido, deshecho. Un gran silencio cae sobre el camarín. Pétalos suicidas se desprenden de los ramos.
Y, sobre el espejo, solo se refleja una ausencia.
domingo, 23 de noviembre de 2008
Grafittis en el muro - Gonzalo Dávila
GRAFITTIS EN EL MURO
Gonzalo Dávila
“Dile a ‘los otros’ que el muro tiene rincón y que en el rincón crece la sinergia hasta hacerse insoportable. Tú diles, que aunque ellos no comprendan qué significa les meterá miedo y se pondrán a escribir, por las dudas”. Eso pusieron en el muro del feisbuk de Bernal. ¿Estaré incluido? ¿Debo tener miedo? ¿Seré uno de ‘los otros’? Por las dudas escribiré algo, no sé, cualquier cosa. Puedo escribir en “argentino” algo como “percanta que me amuraste, en lo mejor de mi vida”. Y habré cumplido con el muro, por lo menos, aunque no sé si el profesor Sergio lo aceptará, si eso es lo que quiere. Sin embargo, algo me roe la boca del estómago. ¿Qué quiere decir percanta? Y lo peor de todo: ¿qué significa sinergia?
La batalla final - Sergio Gaut vel Hartman
La primera batalla se produjo en el baño. Los entes de talco fueron masacrados por las criaturas de jabón y los blancos rastros de la carnicería permanecieron mucho tiempo entre el inodoro y la bañera. Pero la perversa felicidad de los jabonosos no duró para siempre. Del dormitorio llegaron los organismos de alcohol portando ardientes deseos de venganza. De nada sirvió la ayuda de los seres antisépticos y desinfectantes que se unieron a los antes victimarios y ahora víctimas. La paz alcohólica reinó en el baño y sólo los reflejos de la lámpara en la sedosa piel de algunas pompas fugitivas permitieron que los mosaicos y los azulejos urdieran la trama de una falsa memoria, que no tardó en hacerse leyenda.
Puro cuento - Javier Ortiz
PURO CUENTO
Javier Ortiz
—¡Eres puro cuento! —oigo decir a mi madre mientras sube y baja el cuchillo sobre la carne fresca recién abierta, dispuesta para el desayuno de mi padre. Yo no quiero voltear, ver esa carnicería, sé que me desmayaré. Sólo cierro los ojos y aprieto los dientes.
—¿Pero yo qué culpa tengo? —por fin me atrevo a musitar.
—¡Calla, eres puro cuento! Yo te imaginé, yo te hice, yo te saqué de la nada, y ahora debes morir.
—Pero ¿yo qué culpa tengo? —alcanzo a reprochar de nuevo, antes de recibir el cuchillo sobre la yugula… ¡aaarg!...
—¿Pero yo qué culpa tengo? —por fin me atrevo a musitar.
—¡Calla, eres puro cuento! Yo te imaginé, yo te hice, yo te saqué de la nada, y ahora debes morir.
—Pero ¿yo qué culpa tengo? —alcanzo a reprochar de nuevo, antes de recibir el cuchillo sobre la yugula… ¡aaarg!...
Órdenes de arriba - Olga A. de Linares
Un día común en un mundo perfecto - Alejandro Bentivoglio
K. abre su bolso y saca algunos cosméticos que yo observo sin saber si espera que le diga algo o si simplemente disfruta del hecho de ser observada. Melania le dice algo sobre el lápiz de labios y K. comienza una breve demostración de cómo se maquilla. El televisor está prendido con imágenes a todo color de un choque múltiple.
Este es el peor de los mundos posibles, pienso. No por el silencio, sino por la duda de la certeza.
Caridad - Mario Torres Dujisin
CARIDAD
Mario Torres Dujisin
El almuerzo estaba delicioso y contundente, el padre Juan bendijo todos los alimentos y habló de la caridad de Cristo, en tanto bebía del mejor vino y comía los camarones al ajo. Luego salió al corredor y se lanzó un pedo fenomenal que dejó perplejos a los niños que jugaban en el jardín. Para los pobres, dijo, los ricos que paguen.
Publicado en http://www.letrasdechile.cl/
Universo - Héctor Ranea
UNIVERSO
Héctor Ranea
Si los universos son infinitos (y no es tan descabellado pensarlo) existe una probabilidad no nula de que alguno de nuestra especie logre transitar de uno a otro en el futuro profundo. Nadie puede asegurar que tengan alguna similitud uno con otro pero, al ser infinitos, es dable pensar que alguna vez alguien encontrará a Einstein dialogando con un cuervo para preguntarle sobre las noches oscuras y a Poe resolviendo la Gravitación Universal. No es esta una gran diferencia, después de todo, visto el interés de Einstein en los cuervos y de Poe por nuestro universo.
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