Me convencieron para que fuera al psicólogo, y me explicó que mi problema consistía en que tengo una cara con la que miro al exterior, y otra con la que me miro a mi mismo. Y al verme a mi mismo desde fuera, no me reconozco, ni reconozco la cara que me observa, que es la mía, o eso decía el psicólogo al menos, pues a esas alturas yo ya me había perdido y no entendía de que cuernos hablaba. Pero, por no desairarle, asentía con ambas caras, y miraba la suya como si me importara algo lo que dijera.
4 comentarios:
Celebro haber leído este pequeño relato circular, tenso y dinámico, elaborado con los recursos indispensables para cerrar una historia sorprendente. Me anoto tu nombre.
Jordi, siempre sorprendente. Excelente relato.
Maravilloso, cuento, Jordi.
Jajajajja, muy gracioso, queda claro que el protagonista se conocía bien a sí mismo.
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