CACEROLAZO
Patricia Gloria Oyola
La multitud se dirigía camino al Obelisco por la avenida 9 de Julio, batiendo las cacerolas. Al pasar por los negocios, tanto los dueños como los empleados se unían a las columnas abandonando sus lugares de trabajo. En un coqueto resto bar todos volaron a la calle para unirse al bullicio general, cocineros incluidos. La cajera, la última en salir, se dio cuenta, al llegar a la puerta, del único cliente que, lentamente, bebía un café. Alcanzó a gritarle:
—¡El consumo corre por cuenta de la casa!
Adán Buenosayres la miró, le sonrió y golpeó la taza con la cucharita.
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