EL REGRESO DEL HOMBRE HELADO
Sergio Gaut vel Hartman
Viajé a través de medio continente y llegué al Instituto unos pocos minutos antes de que el sistema automático de reanimación culminara su labor. Los antiguos nos habían hablado de su obra, anudando los pocos trazos del pasado que quedaban, preservando la memoria y preparando el futuro, por lo que la multitud aguardaba ansiosa el momento supremo. Al principio sólo gritaban los más jóvenes, pero luego todos coreamos exaltados su nombre:
—¡Walt, Walt, Walt! –El hombre de hielo alzó los brazos y nos amó tanto como cuando dibujó al primer ratón.
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