Alfredo cruza el campo. Quedó bien armada la escena del suicidio (¡providencial encontrar al tipo, casi su gemelo!). Por ese lado, todo bien. Lástima que el auto lo haya dejado a pie, en medio de la nada. ¡Y no puede pedir que lo lleven, todo se iría al carajo si lo vieran! Putea una vez más, sorteando cardos y matojos. Igual, no debe faltar mucho para llegar adonde lo espera el helicóptero. Por suerte hay luna llena, que algo ayuda. Sobre todo al lobizón, que lo ve venir y espera, impaciente, entre los eucaliptus.
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