LIBRE ALBEDRÍO
José Manuel Dorrego Sáenz
Serían las doce de la noche cuando inicié el viaje astral, así que calculo que llevo más de quince horas de itinerario hacia ninguna parte. Lo cierto es que acá arriba todos parecen estar atentos a mi persona, cuidándome, satisfaciendo hasta la más inaudita de mis necesidades; pero me abruma pensar que quizás no haya retorno de este destino que ni siquiera elegí. Hubiese preferido que me consultaran: —¿Quiere usted hacer un viaje astral? —Probablemente lo habría consentido, casi siempre digo que sí a todo. Sin embargo, sólo fue cerrar los ojos y aparecer aquí.
Cada tanto, miro un momento para abajo y me veo tumbado sobre la cama, ajeno a cualquier cosa, incluso a mí mismo, con esa maldita inconsciencia de viajar, alegremente, sin el billete de vuelta.
Ilustración: Salvador Dalí
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