MENTIRILLA
José Luis Vasconcelos
Con las alas rotas, sordo, ciego y viejo, yacía el arcángel sobre su lecho de muerte. Alardiel consolaba al moribundo mientras oía sus últimas palabras:
—Hermano —susurró Hepatiel—, ¿me espera el Paraíso?
—Eso sería un milagro —respondió Alardiel—, pero no creo. Recuerda que a Dios lo inventamos nosotros.
—Hermano —susurró Hepatiel—, ¿me espera el Paraíso?
—Eso sería un milagro —respondió Alardiel—, pero no creo. Recuerda que a Dios lo inventamos nosotros.
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