En la oscuridad, a veces me vienen convulsiones cuando las hormigas me llenan la boca, las orejas, la nariz. Me he mordido la lengua y el piso junto a mí está lleno de sangre, saliva y orines. Creo que si no tuviera convulsiones, mi padrastro me dejaría salir a respirar el aire fresco. Me da de comer pero ni veo lo que como de tan hinchados que tengo los párpados. Quizás la gente que está afuera piensa que soy un animal en vez de un niño. En esta oscuridad, tan lejos de todo, en una bodega bajo el suelo, llena de bichos que me muerden, ya casi no puedo ver, ni oír, ni hablar, ni caminar, ni moverme mucho. Pero no debo tener miedo. Quizás algún día pueda ser feliz y ver de nuevo un rayito de sol, aunque sea un ratito.
Sobre la autora: Adriana Alarco de Zadra
Sobre la autora: Adriana Alarco de Zadra
2 comentarios:
Estremecedoramente aterrador.
Una realidad absurda
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