¿NUEVA VIDA?
Aleida Galmiche
Como cada día, M. Moliner salió apresurado de casa, entró al metro y esperó pacientemente la secuencia de estaciones que lo llevaría al trabajo. Por la noche abandonó la oficina con una sola idea, jamás repetir de nuevo el itinerario que lo sumergió en el tedio hasta convertirlo en un muerto ambulante. Sin embargo, entró al metro, lo abordó pero en dirección contraria a su casa, sin rumbo fijo, sólo por alejarse y cambiar un poco. Quería revivir.
Al tercer día de tomada la decisión de cambio, M. Moliner se arrancaba jirones de ropa y puñados de cabello. La rutina lo abandonó. Lo estrecharon los brazos del azar. Abordó el último tren sin destino ni tiempo que solo e imparable surca las entrañas de cualquier ciudad.
Ilustración: Salvador Dalí
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