DESINTELIGENCIAS
Olga A. de Linares
En la corte de Neptuno se amontonan súbditos ansiosos por ver el resonante juicio. Al acusado le han permitido conservar puesto el equipo de buceo, por lo menos hasta el veredicto.
Los defensores traen a colación títulos académicos, su vida consagrada a la defensa del mar.
La Sirenita mantiene su denuncia: después de su acto en la caña de pescar, él la visitó en el camerino e intentó abusar de ella.
Cousteau se defiende: sólo lo movió el interés científico por un espécimen híbrido.
—¡Más híbrido serás vos, pedazo de pescado! —dice ella, ofendidísima.
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