—Algunos humanos —dijo el pingüino—, creen que la inteligencia de los animales no estaba en los planes de Dios, que los animales parlantes son criaturas de Satanás.
—¿Eso dicen? —El señor Thibault sonrió; no era la primera vez que escuchaba una barbaridad semejante—. En fin: la oscuridad nos envuelve a todos, pero mientras el sabio tropieza contra alguna pared, el necio permanece tranquilo en el centro de la estancia.
—¿Qué insinúa?
—No insinúo nada, señor. —Y sin dar mayores explicaciones tomó el manuscrito y lo arrojó al fuego. El pingüino se esfumó.
1 comentario:
Muy bueno Sergio. Es genial.
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