UNA JOYA PARA LA CORONA
Marcelo Di Lisio
Una vez dentro del local los destellos la encandilaron. Lejos del protocolo presidencial se dejó seducir por las gemas y ese otro mundo de láminas de plata y oro. Embriagada de colores recorrió las vueltas de exquisitas pulseras, dijes y gargantillas. Al borde del paroxismo sus ojos repararon en el anillo.
Más tarde, el joyero Gollum comentó a los periodistas: —Lo que puede hacer la codicia... Cuando la policía la sacó esposada de mi joyería, la señora Cristina gritaba: "Es mi tesoro. Nosotros seremos el amo".
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