EL ESPEJO QUE NO PODÍA DORMIR
Augusto Monterroso
Había una vez un espejo de mano que cuando se quedaba solo y nadie se veía en él se sentía de lo peor, como que no existía, y quizá tenía razón; pero los otros espejos se burlaban de él, y cuando por las noches los guardaban en el mismo cajón del tocador dormían a pierna suelta satisfechos, ajenos a la preocupación del neurótico.
1 comentario:
Inútil al no poder hacer su trabajo, al no servir. Qué gacho que les valiera madre a los otros espejos jajaja pero hacen bien…
Me preguntaba por qué no estaba el cuento del dinosaurio… vaya ese sí que es mini-ficción, tanto así que no puede entrar, jajaja no llega ni a quince, mal pedo, jajaja el más famoso y no puede entrar… mal pedo.
Saludos
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