F.K.
Roberto Ortiz
Las Neurosis Narcisistas quedaron en el tintero. En su afán de incluir el caso de Dorian Gray, Freud lo invitó. Éste, anhelante de fama, accedió al momento. Así, Freud contempló el proceso degenerativo del retrato. Ambos se internaban en los escondrijos del Yo y del Superyó. La visión final transmutó toda expectativa: el siniestro Dorian salió del cuadro, cruzó la calle y a la velocidad de los sueños estaba tocando el timbre. Freud, aún en trance, abrió la puerta: un garrotazo letal lo derrumbó. Habían comenzado las pesadillas en Elm Street.
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