HETERÓNIMOS
Silvana Álvarez
—Yo no te pedí nacer —dijo Ricardo Reis.
—¿Cómo vas a trascender si no fuera por mí? —salió al ruedo Álvaro de Campos.
—Recuerda siempre que soy tu maestro —acotó Alberto Caeiro.
Fernando quiso matarlos pero ahí estaban, vivos, entre esas cuatro paredes. Un golpe de puerta y se presentó el Doctor Pancrácio con su mejor chiste:
—Tu vida es tu obra. Ya nada puedes hacer. Ni siquiera Aleister Crowley podrá ayudarte, si es lo que piensas.
—Lo hará ya que él es Don Sebastián —afirmó Pessoa con una creencia que se llevaría a la tumba.
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