IMHOTEP
Héctor Ranea
Acaso Imhotep hubiera escrito su propia vida en jeroglíficos, de no ser por la amarga reacción de su protegido, el candidato Menehem el joven, al saber que no cantaría en las vísperas de la alineación de las tres estrellas. Imhotep exclamó con furia
—Tu reacción infantil me ha convencido. ¡Los jeroglíficos serán, de ahora en más, un enigma con dos soluciones!
Monsieur Champolion, miles de años después, encontró una de ellas. La otra, la que da la clave verdadera, no ha sido hallada y ahí se guarda, seguramente, el magnífico secreto de Imhotep, el Grande
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