PRISIONERO DEL MIEDO
Aymer Waldir Zuluaga Miranda
Los férreos barrotes de las ventanas dejaban entrar la luz, sin permitirle una digna salida luego. Las cuatro paredes de color aguado contenían el pánico de los veinte cautivos. Parado frente a sus compañeros de encierro, el temeroso Julián intentaba contener el goteo persistente que ya evidenciaba un charco ambarino en las baldosas. Muy tarde escuchó la voz que le absolvía de culpa, le ordenaba borrar el tablero y le enviaba de nuevo a su pupitre para continuar la clase.
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