SENTENCIA POSTERGADA
Pablo Dobrinin
—¡Basta de tonterías! —bramó el Rey—. ¡Cortadle le cabeza!
El prisionero estaba de rodillas, con las manos atadas a la espalda. Sobre su cuello pendía una afilada espada de acero, que un guardia sostenía con infinita paciencia.
— Espere majestad —suplicó el prisionero—. Sé que es difícil de entender para usted, pero debe creerme. No soy un espía, sino un viajero del siglo XXII. Tengo unos microchips concectados bajo la piel del cráneo, que funcionan como una máquina del tiempo. Vine a realizar una investigación histórica, pero se produjo un desperfecto que no me permite abandonar este mundo.
—¡Basta de tonterías! —bramó el Rey—. ¡Cortadle la cabeza!
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