SOLO
Antonio J. Cebrián
Roberto Alcázar se acercó sigilosamente al hombre que, sentado ante la gran mesa, escribía entre pliegos y cuartillas desordenadas.
Cuando estaba a escasos metros de él, desenfundó su revólver y lo encañonó.
Vladimir Lenin alzó la vista y preguntó con calma:
—¿Qué cree usted que está haciendo?
—Voy a cambiar la historia –respondió Roberto.
Lenin se mesó la perilla pensativo y finalmente dijo:
—Lo dudo mucho, joven
—¿Por qué no?
—Porque yo soy una persona real, lo cual quiere decir que tú eres un personaje imaginario.
Y continuó escribiendo solo en mitad de la sala vacía.
Sobre el autor: Antonio J. Cebrián
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