ANDÉN
Edilberto Aldán
Las miradas se cruzaron un instante. Sólo eso, un relámpago que no alcanza medida en el tiempo.
Para ella la mirada fue el esfuerzo por enfocar uno entre los rostros que le parecieron conocidos. Mientras que él la detuvo con los detalles necesarios para amasarla y soplar sobre su cuerpo, o crear la eternidad de ser necesario.
Él reconoció lo súbito que puede ser el amor y determinado se rindió. A ella le sorprendió el gesto de felicidad de aquel hombre al que no conocía, dejaba atrás en el andén y, seguramente, jamás volvería a ver.
Para ella la mirada fue el esfuerzo por enfocar uno entre los rostros que le parecieron conocidos. Mientras que él la detuvo con los detalles necesarios para amasarla y soplar sobre su cuerpo, o crear la eternidad de ser necesario.
Él reconoció lo súbito que puede ser el amor y determinado se rindió. A ella le sorprendió el gesto de felicidad de aquel hombre al que no conocía, dejaba atrás en el andén y, seguramente, jamás volvería a ver.
Foto: Vista de Valencia (J.V.Ortuño)
2 comentarios:
La fugacidad del amor, como suele decirse...
Llevo tiempo guardando tus palabras, como las recuerdo en mi infancia, bueno en la adolescencia, siempre fue interesante escuchar tu voz, ahora que leo tus pensamientos, es como volver a escucharlas, siguen teniendo el mismo efecto en mi persona a pesar de mas de 20 años que ví tu rostro por ultima vez y lo guarde en mi memoria.
Felicidades amigo, compañero y consejero, te recuerdo con cariño y respeto
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