CICLOS
Eduardo M. Laens
Leonhaff, el montaraz, cubrió con su escudo la llamarada del dragón y, justo en el momento en que éste retomaba el aliento, saltó en una profunda estocada de su espada Milfilos, la cual penetró la coraza de la bestia acertando al corazón.
Había caminado tres mil leguas hasta la cueva del legendario dragón y su tesoro escondido. Detrás del cuerpo inerte, colinas de oro, pertrechos mágicos y cofres majestuosos llenaban el inmenso espacio dentro de la montaña.
El héroe se preguntó por primera vez cómo haría para transportar toda esa riqueza y, receloso de que quisieran robarle, decidió quedarse a vivir en la cueva.
Leonhaff, el ermitaño, se hizo leyenda, junto con su tesoro escondido.
Mal herido, luego de matar al quinto héroe que llegó a la cueva, decidió comprar un dragón que lo ayude a defender su oro.
Foto: Vista de Valencia (J.V.Ortuño)
Había caminado tres mil leguas hasta la cueva del legendario dragón y su tesoro escondido. Detrás del cuerpo inerte, colinas de oro, pertrechos mágicos y cofres majestuosos llenaban el inmenso espacio dentro de la montaña.
El héroe se preguntó por primera vez cómo haría para transportar toda esa riqueza y, receloso de que quisieran robarle, decidió quedarse a vivir en la cueva.
Leonhaff, el ermitaño, se hizo leyenda, junto con su tesoro escondido.
Mal herido, luego de matar al quinto héroe que llegó a la cueva, decidió comprar un dragón que lo ayude a defender su oro.
Foto: Vista de Valencia (J.V.Ortuño)
2 comentarios:
¡Muy bueno! Me gustó.
Muy bueno, felicitaciones
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