Había una vez una niña muy hermosa, huérfana de madre, cuyo padre se casó en segundas nupcias con una mujer malvada, que hizo de la pequeña una sirvienta. Todos conocemos el cuento, ¿verdad? Lo cierto es que la versión más difundida contiene errores. En primer lugar, no hubo zapatito de cristal sino unas sandalias skippy de plástico transparente que, tal como descubrió el príncipe cuando se casó con la doncella, poco después del affaire del baile en el palacio, despedían un atroz olor a patas. Por otra parte, Cenicienta, si bien no era fea, tampoco era una belleza para tapa de Playboy; cinco años, y cuatro hijos después, fue ella la que se transformó en una calabaza de unos ciento veinte kilos.
Moraleja: cuidado niños, sigan solteros hasta los cuarenta, Huyan de las calabazas. Prefieran a las hermanas.
2 comentarios:
¡Pero guarda! Los solteros pagan más impuesto a las ganancias. En efecto, las Instituciones dedicadas a la extrusión de los dinerillos hicieron caso (¡Ay! por única vez) a Oscar Wilde, quien dijera que los solteros deberían pagar más impuestos, porque era insoportable ver gente más feliz. O algo así...
muy buena acotación, Ogui, no lo sabía. Oscar Wilde, un genio.
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