EL PRIMER BESO
Ricardo Bernal
Ella vivía cerca de mi casa. De cada poro de su cuerpo brotaba un pelo largo, rubio, muy sedoso al tacto. Sus enormes ojos destellaban con tonalidades violetas, pero su mirada era muy triste. Nunca conocí su voz, nunca. Lejos de asustarme, me enamoré de ella irremediablemente. Pedí permiso para visitarla, y aunque con reservas, me fue concedido. Gastaba todo mi sueldo en comprarle obsequios para alegrarla, pero ella los guardaba sin abrirlos y se quedaba seria, mirando al vacío como esperando algo. La única vez que nos dejaron solos, entrelazamos nuestras manos, también sus palmas eran peludas. Cerramos los ojos, lentamente acercamos nuestras bocas… nos besamos. Su lengua peluda invadió mi boca como una gruesa oruga, me bebió por dentro, trituró mi lengua, se amontonó esponjosa en mi garganta. Desperté en mi casa, aturdido, apestando a vómito. Ella jamás quiso volver a verme.
2 comentarios:
¡Brrrrrrrrrrr! Me ha puesto los pelos de los globos oculares depunta.
Eso pasa por besar a una mujer-mosca, ja ja!
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