INYECCIÓN DE LIQUIDEZ
Jordi Cebrián
Como ya nadie compraba ni vendía acciones, diseñaron un programa que diera cada día las cotizaciones de forma aleatoria. Así, a veces los valores subían o bajaban siempre de manera inexplicable, es decir, como antes. Algunos años más tarde, con el público acostumbrado al simulador, alguien se atrevió por fin a gastarse 12 euros de su propio bolsillo para comprar acciones, y tal inyección de liquidez despertó entre los especuladores una euforia incontrolable. Empezaron a emerger fortunas insospechadas desde las Islas Caimán y lugares parecidos. Y tantas acciones se compraron que pudieron desactivar el programa, aunque guardaron copia de seguridad.
Foto: Vista de Valencia (J.V.Ortuño)
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