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Mi experiencia como embajador entre los aldanos no fue feliz. El bernadol de Escuerna tuvo la mejor intención al invitarme a compartir su cena de Transición, pero mi entrenamiento especial no pudo con los manjares de estos seres. El piscolabis de marras estaba compuesto, entre otras exquisiteces, por unas almendras de textura suave y sabor aterciopelado que después de ser tragadas se abren y liberan unas criaturas similares a cucarachas que corretean por el aparato digestivo mordiendo los tejidos y provocando hemorragias internas. Los aldanos disfrutan este proceso, ya que al regurgitar los fluidos orgánicos y mezclarlos con una sustancia que producen sus glándulas submaxilares, se obtiene una mezcla alucinógena de gran poder de ensoñación. Pero yo no soy aldano y los equipos de emergencia no llegaron a tiempo para salvar mi cuerpo, por lo que mi cerebro flotará para siempre en esta pecera.
2 comentarios:
¡Ups! Creo que tengo almendras de esas en la cena de esta noche...
bueno, salvar el cerebro no está del todo mal. ¿O hubieras elegido otra parte de tu cuerpo?
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