miércoles, 31 de diciembre de 2008

Un plato Gongon - Walter Böhmer


—¿Lo prefiere frío o caliente?
Suspiró hondo, muy hondo.
—Frío, por favor
Lázaro clavó los ojos al plato al ver esos pequeños bichos parecidos a crustáceos todavía pataleando en ese viscoso jugo.
El dealer de los Gongons lo miró atento. Lázaro intentó acomodarse dentro del disfraz de Teros, molesto y sudoroso.
Se llevó una cucharada a la boca mientras se le formaba un núcleo de nauseas en el estómago.
Mordió.
Primero oyó dentro de su boca el crujido de algunos bichos en sus dientes, después sintió como otros aún vivos se agarraban a los costados de la boca, lengua y encías. Y lo peor, no contó con el ácido de las entrañas de esos bichos que tenían el sabor a sudor rancio.
Vomitó.
El disparo se le instaló en el pecho y cayó hacia atrás mientras agradecía no seguir comiendo.

1 comentario:

pato dijo...

Y sí, preferible morir de un tiro. Muy buen cuento.