Apresuró el paso. La tarde daba sus últimos resplandores Conocía a la perfección los bosques de Ezeiza y sabía que en breve llegaría a destino. Pero no había tenido en cuenta los piquetes de la General Paz que le impedían el paso. No le importó, Luciendo su capa roja, dejó la canasta a un costado adhiriéndose a ellos de inmediato. Es que estaban reclamando chapas y tirantes. A la abuelita, que era pensionada, en última tormenta se le había destrozado la casa. El lobo se portó como un verdadero compañero. Cebó mate para todos.
martes, 15 de febrero de 2011
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