—Miré a esos cuatro seres, y observé que junto a ellos, en el suelo, había varias ruedas, una dentro de la otra. Las ruedas tenían el color del topacio y cuando se movían iban de costado, sin volverse. Los aros eran altos y espantosos, y estaban llenos de ojos a su alrededor. Y cuando los seres vivientes caminaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban.
—Muchachos, lo hizo otra vez.
—Se movían en la dirección que el espíritu les ordenaba que anduviesen, y las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas, lo juro.
—¿Qué tomó?
—Vaya a saber. Alguna mezcla de yuyos y cereales destilados. Yavhé le dijo que no bebiera esos mejunjes, pero él no; es muy testarudo.
—Llamaré al jefe para que lo castigue.
1 comentario:
Jajaja. Pobre Ezequiel...
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