Acababa de bajarme del tren y lo que veía en aquella estación no me gustaba nada. Así que decidí emprender el camino de regreso:
—Si lo desea, puede poner una reclamación o lo que estime oportuno. Pero, por favor, deje la ventanilla libre para otros pasajeros —me indicó el vendedor de billetes tras una acalorada discusión.
—No quiero reclamar nada. Solo quiero que me cambie el billete por uno de vuelta a la estación más próxima. Y si no puede, me lo vende y lo pagaré —insistí.
—Ya le he dicho que los billetes no admiten devolución. Y tampoco estoy autorizado para venderle uno de vuelta —el tono de su voz iba en aumento.
—¿Cómo que no? ¿Puede decirme por qué?
—Porque éste es el tren de la vida, y solo hay billete de ida. Y ahora apártese de la ventanilla, o me veré obligado a llamar a seguridad.
Javier López
4 comentarios:
¡Descubriste que hay algo peor que no tener el as para pagar a Caronte, que es que Caronte te lleve sin decirte nada! ¡Y encima después de haber pagado! Buenísimo, Javier.
bravo, bravisimo...
encima los de seguridad te tiran a las vías...
Pues sí, con el dinero que vale el billete, ya tendría uno derecho a reclamaciones o billete de vuelta. Pero no hay manera.
Gracias, amigos.
Muy bueno, Javi, te felicito.
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