COCODRILOS I
Olga A. de Linares
A Juan, todos le decían que tenía un cocodrilo en el bolsillo.
A Nadia le parecía más o menos gracioso, pero básicamente injusto, aunque no se lo tomaba a la tremenda.
Un día que él estaba engripado, ella aprovechó para mandarle el saco a la tintorería.
El juicio por lesiones graves los puede llevar a la ruina y, cada vez que se encuentran con el tintorero, él, apuntándoles con el único dedo que le queda, los insulta prolijamente en japonés.
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