lunes, 16 de junio de 2008

Círculo séptimo - Daniel Miñano Valero



—Me llegaron voces y no lo creí, ¿ya regresaste? —preguntó Virgilio.
—Esta vez vengo muerto —contestó Dante.
—No puedo creerte merecedor del Infierno —susurró Virgilio.
Para abandonar el mundo de los vivos, Dante Alighieri se alojó en un pueblo, a la vuelta de un viaje desde Venecia. Escogió aquella pequeña población al saber que sus pobladores estaban muriendo, víctimas de la malaria. Se paseó por las calles. Cuando alcanzó Rávena, las fiebres ya lo tenían medio muerto, pero satisfecho. Antes de acabar su conversión en árbol, le rogó a Virgilio:
—Hágale saber a Beatriz donde me hallo.

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