EL AMARILLO YA NO ES SU COLOR PREFERIDO
Esteban Martínez Torrico
–Me siento mucho mejor, doctor. Creo que ya no me dispararé un tiro en el estómago o me cortaré la otra oreja.
–Por eso le damos de alta. ¿Seguirá pintando?
–Pues creo que no lo haré nunca más. Ya no siento esa necesidad —contestó mirando los cuadros de la habitación.
–Suerte –le dijo el doctor mientras le apretaba la mano.
El doctor pensó en el buen trabajo que habían hecho con el señor Van Gogh mientras le veía salir del hospital. A partir de ahora sería tan normal y estaría tan cuerdo como cualquier otro ciudadano.
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