EPISTOLARUM INTERRUPTUS
Sergio Gaut vel Hartman
Albert Einstein y Sigmund Freud se conocieron durante la Navidad de 1926 e iniciaron una amistad que se consolidó gracias a los puntos de vista e intereses que compartían. Entre julio y agosto de 1932 los genios intercambiaron cartas decisivas, ya que ambos eran conscientes del peligro nazi y de que sólo dos mentes espléndidas como las de ellos serían capaces de urdir una estrategia para evitar la muerte de millones de personas. Pero la correspondencia se interrumpió fatalmente porque además de ideas y criterios los sabios compartían el lecho con la pérfida Lola Lola, agente de Goebbels y uno de los seres más despreciables que hayan existido en este mundo, o cualquier otro.
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