EL CAMBIO
Mario Torres Dujisin
Se acomodó la corbata, era su turno después de una larga espera. Palpó el grabador, la libreta de apuntes y entró al gran salón de recepción del Vaticano.
—Santo Padre, ¿usted seguirá la línea de su predecesor de visitar los pueblos del Tercer Mundo?
—Si, hijo, seguiré el camino trazado por el Bienaventurado y por Dios.
—¿Por qué, Santo Padre, cuando hay gente tan fina en otros países, como en Alemania, Suecia, Inglaterra; gente sana, limpia y culta?
—Por el cambio, hijo, por el cambio; nos favorece bastante.
—Santo Padre, ¿usted seguirá la línea de su predecesor de visitar los pueblos del Tercer Mundo?
—Si, hijo, seguiré el camino trazado por el Bienaventurado y por Dios.
—¿Por qué, Santo Padre, cuando hay gente tan fina en otros países, como en Alemania, Suecia, Inglaterra; gente sana, limpia y culta?
—Por el cambio, hijo, por el cambio; nos favorece bastante.
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