Convencido de la inutilidad de existir me aventuro en La Máquina del Tiempo. Arribo al año deseado. Pronto estoy frente a esa casa tan conocida por mí. Es madrugada. Penetro por una ventana. El ruido de mi intrusión, aunque leve, es perceptible. Alguien en las sombras me interroga. Adivino ese rostro prácticamente idéntico al mío. Le golpeo el cráneo con mi arma. Cae. Se desangra. Tengo unos minutos. Son suficientes. Me desnudo. Entro en la alcoba. Latidos del corazón. ¡Por fin!. Una joven en la cama, en la oscuridad. Dice mi nombre. El mismo. Sí, soy yo. Todo está bien. Abrázame. Y así, sabiendo que es mi postrer deseo cumplido, me entrego a la ardorosa pasión que siempre soñé, fundido cuerpo a cuerpo con mi adorada madre.
4 comentarios:
Fuerte...otra que volver al futuro...
Una notable regresión a lo pimigenio, lo vital, Felicitaciones, Ademir. Celebro esta narración ágil y que sorprende.
Duro, muy duro, absolutamente sorprendente, buen ritmo a base de palabras cortas.
Impactante.
Me ha quedado muda y es un problema porque yo quería hacer un comentario inteligente y ahora, por efectos de tu micro, no puedo hacer nada.
Bueno me quedé con los ojos bien abiertos! Un claro complejo de Edipo, concretado tal vez en un sueño...Según Freud, se presenta en la etapa fálica, comprendida entre los 3 y los 6 años.y se reaviva en la pubertad.
Mas allá en el tiempo, ya es considerado un transtorno psicológico.
No es importante, es un relato genial!Muy interesante..abrazo =)
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