En el Reino de los Dioses, Mira extrañaba a su consorte y fue buscarlo. Lo encontró sentado en una piedra. Alrededor de él brillaban chispas.
—Algol, ¿que está haciendo? —preguntó ella.
—Una constelación. Voy a poblarla con una nueva raza de humanoides inteligentes para que evolucionen hasta que sean perfectos.
—¿Como intentaste hacer con los humanos?
—¡Sí! Y tras este éxito, hasta los dioses más viejos no tendrán más remedio que elogiarme.
—¿De veras? —se mofó ella.
—¡Ya lo verás! ¿No merezco una segunda oportunidad?
—La merecías... en el primero de tus noventa y nueve fracasos.
Algol escupió una palabra divina. Mira lo dejó. En el camino de vuelta, recordó que sus amantes en la Tierra tampoco la escuchaban... Y el planeta terminó explotando. Hombres. Siempre tan tercos.
Título original: Centésima
Traducción del portugués: Sergio Gaut vel Hartman
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