Temprano en la mañana, el enemigo descifró nuestros códigos. Lo supimos cuando Colina Cuatro desapareció quemada por el napalm. Quedamos aislados de nuestro comando y en posesión de información valiosísima: las coordenadas del Headquarter enemigo. La idea fue de Sánchez. Su compadre, Zapata, estaba en el Puesto Catorce, a media altura de la Colina Ocho. Sanchez sabía que el otro lo estaría mirando con sus prismáticos. Levantó apenas la cabeza y tiró un beso; luego cerró ambos ojos, hizo una mueca con su boca hacia la izquierda y guiñó su ojo derecho. El centro de comando enemigo desapareció bajo un impacto directo siete minutos después. Qué grandes los compadres, por eso nunca nadie les pudo ganar al truco.
Sobre el autor: Daniel Frini
1 comentario:
muy bueno Frini...el truco los entrenó bien...
Publicar un comentario