El sacerdote le había dicho a los niños que las plegarias los librarían de todo mal, pero no tuvo en cuenta que sus faltas de ortografía, a la larga, resultarían fatales. Cuando se produjo el terremoto de nueve grados en la escala de Richter, estaba enseñando el catesismo, y en lugar de ahuyentar la catástrofe, la llamó a voz en cuello. El techo de la iglesia cayó sobre las cabezas de los cuarenta y nueve inocentes y ni siquiera el representante de Dios en la Tierra pudo salvarse.
Sergio Gaut vel Hartman
1 comentario:
por eso: enseñemos más ortografía y menos teología...
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