—No importa lo que te afanes o desesperes —dijo la adolescente hundiendo el rostro entre las manos—. Tarde o temprano tenemos que morir; es inevitable. —No pudo reprimir un sollozo.
—Querida amiga —dijo el anciano acariciándole un hombro— todavía estás a tiempo de aprender matemáticas. Los años y los momentos felices pueden multiplicarse, se le puede restar dolor a la pena y potenciar los saberes y sentires. Yo soy un buen ejemplo: aquí estoy, a mis noventa, tratando de aprobar esa materia. Y a propósito del tema: ¿podrías recostarte sobre el plano para que mi línea tangente se convierta en secante? Es un trabajo práctico que mi tutora, asegura, sumará vida a mis años.
Sergio Gaut vel Hartman
2 comentarios:
¿Lo que quería ese viejo verde era rozar su elipse contra la hipérbola de la joven? Buena parábola!
un ejemplo de que las matemáticas pueden ser muy porno...
Publicar un comentario