Después de seguir el coche de Carlos llegaron a una nave industrial, eran unas veinte personas. Todo estaba preparado: el ring improvisado, los apostantes y el que hacía de juez. Andrés asistía por primera vez a este “espectáculo”.
—Fíjate, Carlos, que tu doberman me ha mirado cuando le he llamado Roni.
—Sí, se parece al que perdiste. ¿Cuál de los dos crees que saldrá vivo de la pelea?
—No apostaría por ti, Carlos —le dijo mientras sacaba una pistola del interior de su gabardina.
Tomado de http://oscarroman.com
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