Acurrucado, arrebujado bajo las sábanas gastadas como un feto, pero tenso a pesar de la seguridad que me brinda mi uterina cama, intento ver mi dormitorio.
Pero es inútil.
(Qué desagradable es descubrir que da lo mismo abrir los ojos que cerrarlos, que la negrura sobrevive.)
La oscuridad me rodea. Y tengo miedo. No quiero dejar caer mi brazo inerte al lado de la cama por temor a que una garra monstruosa se aferre ferozmente a mi muñeca.
¿Quién se esconde?
¿Qué es lo que va a hacerme?
Todo eso me pregunto sin saber que el que se esconde es mi otro yo, temeroso y refugiado tras las sábanas. Sin saber que él se pregunta por mí, el monstruo que se esconde bajo su cama. Cara o ceca.
Néstor Darío Figueiras
Néstor Darío Figueiras
2 comentarios:
Muy bueno...siempre tengo el mismo miedo yo también...
Muchas gracias, Titán. Es un miedo muy frecuente ése de no saber si alguien se esconde debajo del lecho de uno; y si realmente hay alguien allí, quién es, y para qué se esconde... ;-)
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