EN PUNTO
José Luis Zárate
Corre, como todos los días, al andén, sujetando apenas el portafolio, los papeles, las llaves, el celular. La camisa de fuera, el saco arrugado, los cordones desatados. No hay tiempo, no hay tiempo. El tren llega resoplando. Sin querer pisa un cordón y tropieza, trata de recobrar el equilibrio y no puede. Cae frente al tren, que lo parte en dos. La gente grita, aterrada. Él suspira, aliviado. Aún como fantasma, odia no ser puntual.
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