lunes, 25 de mayo de 2009

El propósito de la luna 8 - Tom Robbins


Vincent van Gogh se cortó la oreja y se la mandó a Marilyn Monroe. Inmediatamente tuvo dudas y cayó en una profunda depresión.
"Oh, ¿por qué fui tan presuntuoso?" se preguntó. "Una oreja es algo muy íntimo. ¿Qué tal si a ella no le gustan las orejas? Mejor debería haber enviado violetas o fósforo. Debería haber enviado papas, dentífrico o pinceladas de ancho significativo. Esa oreja la va a ofender, lo sé. Oh, deberían llamarme Vincent van Gaffe. Lo arruiné nuevamente."
En medio de toda su agitación una nota llegó desde Norteamerica. "Querido Señor," comenzaba, "Muchísimas gracias por el bolso de seda." Vincent van Gogh se relajó. Sonrió de oreja a...oops.

1 comentario:

Florieclipse dijo...

He ahí el pequeño inconveniente de cortarse una oreja. Las sonrisas nunca vuelven a ser iguales.