a Eloísa Muñoz Fehrmann
Con su último aliento, el presidente de la corporación sin fines de lucro, desangrado y destrozado por aquella letal furia de garras y colmillos, la increpó con voz entera: “te dije que necesitábamos un filántropo, no un licántropo”.
Tomado de: http://diegomunozvalenzuela.blogspot.com/
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