martes, 19 de mayo de 2009

Vocación - José Luis Vasconcelos



¿Sabía el niño lo que hacía? Sí, porque la galaxia que flotaba dentro de su corazón murmuraba su nombre. Se adentraba en sí mismo para verla, una y otra vez, y entendió que el universo sería su hogar verdadero.
Entrenó arduamente. Cuerpo y mente fueron cultivados durante años porque un astronauta debería estar en óptimas condiciones. Leyó todo lo relacionado con viajes intergalácticos. Abrevó de las memorias de Yuri Gagarin e, incluso, llegó a superarle.
Logró —después de muchos esfuerzos— entrar a la NASA. Siguió todas las indicaciones, pasó por todo lo que tenía que pasar, y alcanzó la meta.
Ahora viaja en el transbordador Fénix II y eso que ve lo desconcierta: si la luna no es de queso, por qué esa rata enorme la devora con fruición.

Tomado de: http://rojanota.blogspot.com/

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